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El apagón y su conexión con la energía de las criptomonedas

Imagina un mundo donde un apagón masivo no solo oscurece las calles, sino que también saca a la luz las vulnerabilidades de un sistema energético que lucha por mantenerse al día con la creciente demanda de tecnología. Esto es precisamente lo que ocurrió en España y Portugal, donde un reciente apagón ha reavivado el debate sobre el impacto ambiental y energético de las criptomonedas y la inteligencia artificial.

La situación es alarmante, pero no sorprendente, considerando el papel que juega la tecnología en nuestra vida cotidiana.

La situación del apagón en España y Portugal

El lunes, un apagón masivo afectó a millones de personas en la península ibérica, y mientras los investigadores se apresuraban a encontrar respuestas, la causa del corte de energía quedó lejos de ser un ciberataque (¡qué alivio, ¿verdad?!). La Agencia Estatal de Meteorología también descartó fenómenos meteorológicos inusuales. Sin embargo, el gobierno español se vio obligado a declarar una crisis energética, lo que no es precisamente un buen augurio en tiempos donde la energía es más valiosa que nunca.

Una oscilación significativa en los flujos de potencia, combinada con una notable pérdida de generación, fue la causa principal del apagón, y el tiempo de recuperación osciló entre 10 y 20 horas. Pero, ¿qué hay detrás de este desajuste? La insuficiencia de oferta energética en un momento en que dependemos tanto de la electricidad para todo, desde el manejo de nuestras cuentas bancarias hasta el funcionamiento de nuestras casas, es un indicador preocupante de los desafíos a los que nos enfrentamos.

Criptomonedas y su demanda energética

En medio de este caos, surge una pregunta: ¿podría el auge de las criptomonedas tener algo que ver con el aumento de la demanda energética? La respuesta parece ser un rotundo sí. La minería de criptomonedas y el uso intensivo de inteligencia artificial son dos de los principales culpables que los investigadores han puesto bajo la lupa. Recuerdo cuando empecé a leer sobre cómo Bitcoin, la criptomoneda más famosa, consume más energía al año que países enteros como Finlandia. ¡Increíble, pero cierto!

Para ponerlo en perspectiva, se estima que el 2% de la producción mundial de energía eléctrica es utilizada para mantener los sistemas de computación en la nube y el entorno digital activo. Esto incluye, por supuesto, las criptomonedas, que requieren un flujo constante y elevado de energía. Y no solo eso: el tráfico digital que genera Internet también tiene su propia huella de carbono, que equivale al 7% del consumo eléctrico mundial, según Greenpeace. ¿No es una locura pensar que nuestras interacciones en línea tienen un costo tan alto?

La crisis energética y el futuro

Lo que se está evidenciando con este apagón es la limitada capacidad de almacenamiento energético en España, que actualmente ronda los 1.8 gigavatios/hora. Esta insuficiencia se traduce en dificultades para amortiguar grandes fluctuaciones en la demanda. Por otro lado, la reciente baja en la generación de energía nuclear, en parte debido al avance de las energías renovables, ha llevado a un debate político encendido. Algunos sectores pronucleares han comenzado a responsabilizar a las energías renovables por esta situación. Sin embargo, ¿es tan sencillo como eso?

La verdad es que la transición energética es un proceso complejo y lleno de desafíos. La dependencia de la tecnología, en especial de las criptomonedas y la inteligencia artificial, está poniendo a prueba nuestra capacidad para gestionar un sistema eléctrico que no puede seguir el ritmo de la demanda. Es un dilema que debemos enfrentar si queremos avanzar hacia un futuro más sostenible y eficiente.

Reflexiones sobre el futuro energético

Lo que nos deja este incidente es una lección sobre la necesidad de replantear nuestra relación con la energía y la tecnología. La era digital trae consigo una serie de desafíos éticos y medioambientales que no podemos ignorar. Como menciona el experto Carlos Christian Sueiro en su libro “Neuroderechos y Neurodelitos”, es fundamental abordar estos problemas antes de que sea demasiado tarde.

En un contexto donde los apagones pueden convertirse en algo más común, deberíamos preguntarnos: ¿qué estamos dispuestos a hacer para cambiar esta situación? La respuesta puede estar en la innovación y el desarrollo de nuevas tecnologías que nos permitan ser más eficientes en el uso de la energía. Después de todo, cada pequeño cambio puede marcar una gran diferencia.

Un futuro incierto

En resumen, este apagón ha expuesto no solo las debilidades del sistema energético, sino también la necesidad urgente de un cambio. No podemos permitir que el consumo desmedido de energía por parte de las criptomonedas y la inteligencia artificial nos lleve a una crisis aún mayor. Hay que encontrar un equilibrio entre el avance tecnológico y la sostenibilidad. Y quién sabe, tal vez la próxima vez que hablemos de un apagón, estemos hablando de un sistema que ha aprendido de sus errores.