En un contexto de constantes cambios y tensiones globales, la economía española ha mostrado un crecimiento robusto, pero esto no es suficiente para ocultar los retos que aún persisten. La reciente carta del gobernador del Banco de España, José Luis Escriv, destaca cómo, a pesar de un crecimiento del 3,2% en 2024, las estructuras internas aún requieren reformas significativas.
Es notable observar cómo la incertidumbre geopolítica, exacerbada por la política económica de la administración Trump, ha impactado la confianza de los agentes económicos, afectando las expectativas de crecimiento futuro.
Retos estructurales en la economía española
A medida que el Banco de España resalta la importancia de abordar los retos estructurales, es crucial mencionar la persistente brecha de productividad en comparación con la media de la zona euro. Aunque se ha reducido en los últimos años, sigue siendo un tema preocupante. Además, la tasa de empleo en España continúa siendo inferior a la de sus socios europeos, lo que limita el potencial de crecimiento y complica el proceso de convergencia per cápita. Me acuerdo cuando discutía esto con colegas, y todos coincidíamos en cómo la falta de reformas podría frenar el avance económico.
La necesidad de una agenda reformista ambiciosa
Escriv enfatiza que los desafíos actuales requieren una agenda reformista ambiciosa. Esto incluye fomentar el crecimiento empresarial, mejorar el marco regulatorio e institucional, y fortalecer el marco presupuestario para asegurar la sostenibilidad de las finanzas públicas. Sin embargo, el deterioro de la calidad institucional desde principios de siglo ha sido notable y afecta a la productividad a través de diversos canales. Sin duda, la inestabilidad institucional puede inhibir la inversión y frenar la mejora de la productividad. La pregunta que muchos se hacen es: ¿cómo revertir esta tendencia?
Presupuestos y debilidades políticas
En un entorno donde el Gobierno gestiona los presupuestos prorrogados desde 2023, la debilidad parlamentaria se hace evidente. Esta situación ha imposibilitado la aprobación de nuevas cuentas, lo que a su vez frena la actividad empresarial. La creciente carga fiscal y los costes laborales están causando estragos, y la introducción de una reducción de jornada a 37,5 horas sin rebaja salarial añade presión. En este clima, la creación de empleo se convierte en una tarea aún más complicada.
Un llamado a la planificación fiscal
La ausencia de una hoja de ruta clara para la consolidación fiscal es otra preocupación destacada por el Banco de España. A pesar de que el nuevo Plan Fiscal y Estructural de Medio Plazo busca normalizar las finanzas públicas, se percibe como una oportunidad desaprovechada para planificar rigurosamente las cuentas públicas. La necesidad de amplios consensos económicos, políticos y sociales es crucial para llevar a cabo una planificación efectiva. Sin duda, la situación actual exige un enfoque colaborativo, pero ¿será suficiente?
Perspectivas de crecimiento y riesgos globales
Frente a un panorama internacional complejo, el Banco de España no ha anticipado cifras concretas de crecimiento para 2025 y 2026, aunque la incertidumbre prevalece. Si bien la economía ha mostrado resiliencia, los riesgos a la baja son evidentes. La exposición indirecta de España a Estados Unidos, a través de cadenas globales de valor, plantea un riesgo significativo. Personalmente, creo que la interconexión de las economías hace que los países sean más vulnerables a las decisiones de otros, como la reciente escalada de aranceles.
Impacto de la inflación y medidas monetarias
La crisis inflacionista ha dejado huellas, pero parece que lo peor ha quedado atrás. La desescalada de precios, apoyada por las subidas de tipos del BCE, ha contribuido a reducir la inflación en España. Sin embargo, el precio de estas medidas fue alto, afectando el PIB nacional en los últimos dos años. La previsión del IPC armonizado para el año en curso es del 2,5%. A menudo me pregunto si las decisiones tomadas en el ámbito monetario realmente benefician a la economía real.
Conclusiones sobre el futuro de la economía española
En resumen, aunque la economía española ha mostrado un crecimiento notable, los desafíos estructurales persisten y requieren atención urgente. La falta de una hoja de ruta clara y la debilidad institucional podrían condicionar el futuro crecimiento económico. Mientras tanto, la incertidumbre geopolítica y los cambios en el entorno global seguirán afectando las perspectivas de la economía. Queda por ver cómo se enfrentarán estos retos y qué medidas se implementarán para garantizar un crecimiento sostenible y equilibrado en el futuro.