En un giro inesperado, el Gobierno británico ha decidido no llevar a cabo un aumento programado del impuesto sobre la renta en su próximo presupuesto. Esta decisión se produce tras recibir un informe de la Oficina de Responsabilidad Presupuestaria que indica que el déficit esperado es aproximadamente 10.000 millones de libras menor de lo que se había anticipado.
Este cambio se considera crucial, ya que el aumento de impuestos había sido propuesto como una de las medidas principales para equilibrar las cuentas del Estado.
El anuncio de la ministra de Hacienda, Rachel Reeves, la semana pasada había hecho suponer que el incremento del income tax era inminente.
Sin embargo, la presión interna y pública ha llevado al Gobierno a reconsiderar su estrategia, dado que tal medida podría comprometer una de sus promesas electorales más significativas y arriesgar su popularidad en un contexto de creciente descontento social.
Contexto y repercusiones de la decisión
Este cambio de dirección se produce en un momento en que el Partido Laborista se enfrenta a una serie de desafíos internos, incluidas especulaciones sobre la estabilidad del liderazgo del primer ministro Keir Starmer. A pesar de haber logrado una mayoría absoluta hace apenas 16 meses, los rumores sobre un posible golpe interno han empezado a circular, especialmente en torno al ministro de Salud, Wes Streeting, quien no ha descartado la posibilidad de retar a Starmer por el liderazgo del partido.
Impacto en los mercados financieros
La incertidumbre política ha llevado a los analistas a cuestionar la capacidad del Gobierno para manejar la economía. A pesar de esto, los mercados financieros han mostrado una notable resistencia, con el índice FTSE 100 acercándose a máximos históricos. Este índice ha experimentado un aumento superior al 20% desde principios de año. A medida que la incertidumbre persiste, los inversores parecen confiar en que el Gobierno podrá mantener la estabilidad económica, a pesar de las tensiones políticas internas.
En relación con el rendimiento de la deuda pública, el interés de los bonos a 10 años se ha incrementado ligeramente, pero no se ha visto afectado de manera significativa por la crisis política. De hecho, la reciente subasta de deuda indexada a la inflación ha atraído una demanda récord, superando los 69.000 millones de libras. Esto indica que, a pesar de los desafíos, los inversores aún ven a Londres como un lugar seguro para su capital.
Compromisos fiscales y promesas electorales
El Partido Laborista había construido su campaña electoral sobre la promesa de no aumentar los impuestos, argumentando que el crecimiento económico permitiría mantener el estado de bienestar sin necesidad de incrementos fiscales. Sin embargo, la realidad ha demostrado ser más complicada, con la necesidad de financiar infraestructuras, viviendas asequibles y el servicio nacional de salud (NHS) superando las expectativas iniciales.
Ante este panorama, se ha especulado con la posibilidad de que se implementen cambios en la estructura impositiva, como un incremento del IRPF en hasta dos puntos porcentuales, acompañado de una reducción equivalente en las contribuciones a la Seguridad Social. Estas medidas podrían generar ingresos adicionales de aproximadamente 6.000 millones de libras, pero también plantean riesgos al incumplir las promesas realizadas a los votantes.
Perspectivas futuras y análisis económico
La situación actual ha llevado a expertos a prever un potencial debilitamiento de la libra esterlina si las políticas fiscales no logran mantener la confianza de los inversores. A pesar de la estabilidad reciente de la moneda, los temores sobre un aumento impositivo significativo podría afectar la actividad económica a corto y medio plazo. La inflación y el desempleo han sido factores que el Banco de Inglaterra deberá considerar al decidir sobre futuros ajustes de tasas de interés.
Las últimas cifras de empleo indican un aumento en la tasa de desempleo hasta el 5%, lo que refuerza la necesidad de que el Banco de Inglaterra considere un recorte en los tipos de interés. Esto, a su vez, podría ofrecer un alivio a los consumidores y estimular la economía en un contexto de incertidumbre. Los analistas de Deutsche Bank sugieren que los datos económicos seguirán apoyando la necesidad de una intervención antes de que finalice el año.